Tengo un fuerte juego de cejas. Tacha eso. Tengo una selva amazónica por cejas, y estoy segura de que no soy la única que tiene una fertilidad capilar. Hubo un tiempo en que las cejas tupidas no se consideraban de moda… hasta que lo fueron y, afortunadamente, las cosas cambiaron para nosotros. Antes de eso, hemos vivido en tiempos oscuros, desplumando, enhebrando y gritando nuestro camino hacia unas cejas celestes bien formadas.
Las cejas gruesas son sexy, sí; mantenerlas, no tanto. No tengo ninguna duda de que has estado en un viaje con tus gemelos – fraternales, no idénticos. Lo hemos visto todo. En este sentido, vamos a ver una serie de situaciones que las chicas con cejas de oruga conocen muy bien.
1. La depilación con hilo: una palabra que te persigue desde la pubertad. Cuando teníais trece años, soñabais con unos arcos perfectamente formados, ¿verdad? Hasta que llegaba el día y te aterrorizaba el primer pelo depilado. Casi te convenciste de no sentarte nunca en esa maldita silla de tortura. Años después de tu primera visita, nada ha cambiado. Un tirón y gritas como una adolescente… internamente, por supuesto.
2. Harías cualquier cosa por evitar una sesión de peluquería. Esperas durante días hasta que los bebés están completamente crecidos, y te has preparado para la inminente batalla. Por supuesto, es la peor decisión de todas porque crecimiento completo = muerte. Nunca pasa nada bueno cuando llevas tu bigote crecido a la peluquería, tía.
3. Si tienes el pelo grueso, que Dios te acompañe, porque todos sabemos lo que te espera. No sólo tardas una eternidad en hacerte las cejas sino que, al final, tu frente parece que se han librado guerras en ella. Prefieres esperar en el salón de belleza con una bolsa de hielo en lugar de brincar como un volcán rojo con erupciones en la piel. Ugh.
4. Si acabas con alguien que no es tu tía del salón habitual, y si te enhebra las cejas en dos caminos de pelos que no se parecen, estás suspendida indefinidamente de la comunidad de las cejas. Por supuesto, esto sólo significa una cosa: volver, dejar crecer esas tiras de pelo y nunca, nunca, nunca traicionar a tu camarada de confianza del salón. Ella es la única que puede fleekify su sección superior.
5. Intenta encontrar un lápiz de cejas que complemente tu situación de tupido. Rellena con un tono demasiado oscuro y serás la prima más cruel de Cruella; rellena con un tono demasiado claro y apenas se notará la diferencia. Además, ¿cómo diablos se dibuja una ceja sobre otra ceja? Un minuto de silencio por todos los kits de cejas mágicas caídas y los brotes angulares melancólicos que nunca llegamos a usar.
6. Los días en los que decides endurecerte y arrancar todos los pelos sobrantes de la línea de las cejas son especiales. Sabías, incluso antes de coger esa miserable desplumadora, que era imposible que llegaras al final de esta sesión de acicalamiento. Sin embargo, perseveras y te haces la mitad inferior de la ceja derecha. Supones que la mitad izquierda se arreglará sola.
7. Prácticamente te ríes cuando tus amigas dicen que apenas tardarán cinco minutos en hacerse las cejas. Pues cuando vas a tu sesión mensual de cejas, puede durar entre quince minutos y media hora, dependiendo de lo amable que sea tu esteticista ese día. Para que quede claro, esto excluye el habitual empolvado y el suave masaje.
8. Hablando de masajes, ¿no vives para ese masaje final en las sienes? Sobre todo después de haber librado una batalla tan valiente, este tierno apretón y pellizco es más que merecido.
9. Por último, celebramos ese pelo que insiste en volver a crecer literalmente un día después de una nueva sesión de depilación con hilo. Y lo que es mejor, está colocado justo en el entrecejo, casi como un recordatorio constante de tu uniceja de preadolescente. #Blessed.