Una buena definición teórica de la calidad de los forrajes o de los piensos es el rendimiento animal. Esta definición puede ser útil como comparación relativa entre forrajes cuando se administran a animales en crecimiento o lactantes. La ingesta voluntaria y la digestibilidad de los nutrientes se han utilizado para formar índices de calidad del forraje, y la mayoría de las normas y modelos de alimentación se basan en la suposición de que el rendimiento animal está estrechamente relacionado con la ingesta de nutrientes disponibles. Sin embargo, debido a la variación en las mediciones de la ingesta, la digestibilidad y el rendimiento animal, las relaciones utilizadas para desarrollar ecuaciones de predicción del rendimiento animal a partir de la ingesta y la digestibilidad suelen ser menos precisas de lo deseado. Algunas de las causas de las predicciones inexactas son los desequilibrios de nutrientes, las limitaciones ambientales de los animales utilizados para las mediciones y las diferencias individuales de los animales. La variación de la ingesta voluntaria es mayor que la de la digestibilidad, y parece ser más importante en la evaluación de la calidad del forraje. Sin embargo, la ingesta es más difícil de determinar en los ensayos con animales y de predecir a partir de las características del forraje. Para que sea útil en la alimentación del ganado, la información sobre la calidad del forraje debe estar disponible antes de la alimentación. Debido a los gastos, la mano de obra, el tiempo y la cantidad de alimento que se requiere, los ensayos con animales no son adecuados para seleccionar un gran número de alimentos o forrajes como los de los ensayos de mejora genética. Por lo tanto, es necesario predecir la calidad del forraje a partir de los atributos del alimento tomados de pequeñas muestras. La composición química, los bioensayos in vitro y la espectroscopia de reflectancia en el infrarrojo cercano se han utilizado con éxito para predecir la ingesta y la digestibilidad de conjuntos de muestras definidos, como los de los ensayos de mejora genética, pero han sido más difíciles de aplicar en poblaciones desconocidas o abiertas, como las muestras de los productores. El reto para progresar en este ámbito es obtener datos precisos sobre la ingesta, la digestibilidad y el rendimiento en un número adecuado de muestras en condiciones estandarizadas, de modo que se disponga de una base de datos adecuada para el desarrollo de ecuaciones robustas o de ecuaciones con suficiente especificidad para discriminar entre diferentes tipos de forraje y genéticos.