Como consecuencia de la aparición de cepas bacterianas resistentes a la ceflosporina de 3ª generación, desde 1993 se han desarrollado e introducido en la terapia cefalosporinas de 4ª generación; entre ellas están: cefepime y cefpirome. La cefepima es la cefalosporina de 4ª generación más activa y posee las siguientes ventajas sobre las cefalosporinas de 3ª generación alta potencia intrínseca debido a la rápida penetración en el espacio periplásmico; un amplio espectro de actividad que incluye muchos organismos Gram-positivos y Gram-negativos; actividad contra bacterias Gram-negativas multirresistentes, incluyendo especies de Enterobacter y Klebsiella; bajo potencial de inducción de betalactamasas, especialmente betalactamasas del grupo 1 de Bush, incluso a bajas concentraciones periplásmicas; mínima selección de cepas mutantes resistentes. Su espectro es muy amplio siendo muy activo contra bacilos Gram-negativos: Enterobacter, Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella pneumoniae, Serratia, Citrobacter, Proteus mirabilis y menos activo contra Bacillus fragillis. La cefepima también es muy activa contra los cocos Gram-positivos: Staphylococcus aureus (sólo las cepas susceptibles a la meticilina), Streptococcus pneumoniae, Streptococcus pyogenes. Algunas de las cepas de estafilococo resistentes a la meticilina son susceptibles a la cefepima; el enterococo es resistente. Debido a su alta resistencia a las betalactamasas, la cefepima (maxipime) es la mejor opción en las infecciones nosocomiales que ponen en peligro la vida de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos. La cefepima puede asociarse sinérgicamente con aminoglucósidos y fluoroquinolonas.