Es durante el parto cuando los cambios más dramáticos en el cuello uterino son evidentes, sin embargo, el cuello uterino comienza su proceso de adaptación al principio del embarazo. Desde una perspectiva anatómica, el cuello uterino grávido cambia poco al principio del embarazo. Es sorprendentemente menos musculoso que el resto del útero y su tejido conectivo está compuesto esencialmente por fibras de colágeno y una matriz rica en proteoglicanos. La maduración del cuello uterino comienza imperceptiblemente durante el embarazo, pero no se hace notar hasta poco antes del parto. Estos cambios son el resultado de las modificaciones bioquímicas de los componentes del cuello uterino con la disolución de las fibras de colágeno y los cambios en los niveles respectivos de los diferentes proteoglicanos. La regulación de esta maduración todavía no se conoce bien; se ha implicado a las hormonas esteroides, las prostaglandinas y las colagenasas. El borramiento y la dilatación del cuello uterino se producen con el parto. El borramiento se corresponde con el adelgazamiento y la apertura del orificio interno y la dilatación se corresponde con la apertura del orificio externo. Estos fenómenos son pasivos, resultantes de la presión física del compromiso fetal bajo los efectos de las contracciones uterinas. Nuestros conocimientos materiales sobre la maduración y la dilatación cervical son todavía insuficientes, pues aunque cada vez somos más capaces de orientar la inducción y el curso del parto, todavía nos resulta imposible detener la maduración cervical prematura en el marco de una amenaza de aborto o de parto prematuro.