El especificador de angustia del DSM-5 es válido para el trastorno depresivo mayor

Más del 78% de los pacientes con trastorno depresivo mayor cumplen los criterios del DSM-5 para la angustia ansiosa, según un estudio publicado en Depression and Anxiety.

El especificador de angustia del DSM-5 se introdujo para reconocer la importancia clínica de la ansiedad para los pacientes con depresión, pero los estudios recientes que apoyan la validez del especificador utilizaron escalas de una base de datos existente en lugar de medidas diseñadas para evaluar los criterios del DSM-5 para la angustia ansiosa.

Como parte del proyecto Rhode Island Methods to Improve Diagnostic Assessment and Services (MIDAS), los investigadores actuales examinaron la validez del especificador a través de una entrevista semiestructurada de 260 participantes (70,0% mujeres, 26,5% hombres y 3,5% pacientes transgénero; edad media=38,0, SD=14,3) diagnosticados con trastorno depresivo mayor desde agosto de 2015 hasta enero de 2018. Los participantes completaron medidas de autoinforme y sus niveles de ansiedad, depresión e irritabilidad se calificaron utilizando escalas de calificación de los clínicos.

Los resultados mostraron que el 78,1% (n=203) de los 260 participantes cumplían los criterios del DSM-5 para la angustia ansiosa. Los trastornos de ansiedad eran más frecuentes entre estos participantes, en particular, el trastorno de ansiedad generalizada, la agorafobia y el trastorno de pánico. También obtuvieron puntuaciones más altas en las medidas de ira, ansiedad y depresión, e informaron de tasas más altas de trastornos por consumo de sustancias, peor capacidad de afrontamiento y peor funcionamiento en la semana anterior a las evaluaciones, en comparación con los participantes que no cumplían los criterios de angustia.

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Después de controlar la presencia de trastornos de ansiedad, la angustia ansiosa seguía asociada con peores puntuaciones de afrontamiento y funcionamiento en el Cuestionario de Remisión de la Depresión (β =0.16, P =.023 y β =0.22, P =.003, respectivamente), pero no con el funcionamiento de la última semana o el trastorno por consumo de drogas según la entrevista del Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia (SADS) (β =0.13, P =.074 y β =0.14, P =.061, respectivamente).

No hubo diferencias entre los 2 grupos en cuanto a la ideación suicida, la duración de los episodios o los días de ausencia del trabajo, y tampoco eran más propensos a tener antecedentes de intento de suicidio (36,4% frente a 26,3%, χ2 =2,03, n.s.) o de hospitalización psiquiátrica (42,4% frente a 31,6%, χ2 =2,16, n.s.)

Los investigadores del estudio concluyen que, aunque el estudio era limitado porque los participantes eran principalmente mujeres y blancos con seguro médico, los hallazgos que indican «que la presencia de un trastorno de ansiedad se asoció con un peor afrontamiento después de controlar la presencia de angustia ansiosa… sugiere que la angustia ansiosa no es redundante con el diagnóstico de un trastorno de ansiedad, ya que ambos capturan una varianza única con variables externas».

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