Eructos de azufre
El olor a «huevo podrido» de los eructos de azufre es gas de sulfuro de hidrógeno, que puede provenir de algo que comió, o de una condición o infección intestinal. Es útil entender de dónde provienen los eructos comprendiendo primero dónde se origina el gas. Además de tragar aire, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales, el gas puede entrar en el tracto digestivo cuando las bacterias del intestino grueso descomponen ciertos alimentos no digeridos. Los alimentos con compuestos que contienen azufre, como el brócoli, las coles de Bruselas y los cereales integrales y productos lácteos, pueden provocar un aumento de los eructos con olor a azufre y las flatulencias.
Una enfermedad llamada reflujo gastroesofágico (ERGE) hace que los gases malolientes del estómago salgan por la boca. Los alimentos parcialmente digeridos en su estómago suben por el esófago, creando molestias y eructos desagradables. También puede provocar ardor de estómago o indigestión ácida. Si cree que puede padecer ERGE, póngase en contacto con su médico para hablar de sus síntomas y su tratamiento.
La Giardia es una infección transmitida por el agua que también podría ser responsable de sus eructos malolientes. Según la Clínica Mayo, la Giardia es una infección intestinal causada por un parásito que puede entrar en su cuerpo a través de un saneamiento deficiente o agua contaminada. Si bien los eructos malolientes y la diarrea no van de la mano, este es un caso en el que podría hacerlo. Esto se debe a que estos parásitos microscópicos se instalan en tu intestino delgado y se convierten en infecciones. Pueden causar diarrea, falta de apetito y pérdida de peso, y eructos malolientes. Aunque se trata de una infección temporal que debería desaparecer en unas pocas semanas, es grave y, si padeces estos síntomas, debes acudir a tu médico de inmediato para que te dé los medicamentos y el tratamiento adecuados. No existe una vacuna para prevenir la giardia, pero puedes tomar medidas para reducir el riesgo, especialmente cuando te bañes en lagos, ríos o piscinas. Lávese las manos, evite tragar agua al nadar y beba agua embotellada.