Espondilitis Anquilosante

El término anquilosis se refiere a la pérdida de movilidad de la columna vertebral, mientras que espondilitis significa inflamación de la columna. Por lo tanto, la espondilitis anquilosante es una enfermedad en la que la inflamación crónica de la columna vertebral y de la articulación sacroilíaca da lugar a la fusión completa de las vértebras, lo que provoca dolor y rigidez en la columna. Las articulaciones sacroilíacas se encuentran en la parte inferior de la espalda, donde la parte del sacro de las vértebras se une a los huesos ilíacos.

La espondilitis anquilosante es una enfermedad sistémica que afecta a otros tejidos y órganos de todo el cuerpo. Puede causar la inflamación de articulaciones y órganos lejanos como los ojos, el corazón, los pulmones y los riñones.

La espondilitis anquilosante es 3 veces más frecuente en los hombres que en las mujeres y afecta a personas de todos los grupos de edad, incluidos los niños, en los que la enfermedad se denomina espondilitis anquilosante juvenil.

Causas

Se cree que el desarrollo de la espondilitis anquilosante se hereda genéticamente, ya que la mayoría de los pacientes que la padecen nacen con un determinado gen conocido como gen HLA-B27. Otros factores causales son los antecedentes familiares, el sexo y ciertos factores ambientales que pueden desencadenar problemas del sistema inmunitario que conduzcan a la inflamación crónica de los tejidos.

Síntomas

El síntoma inicial de la espondilitis anquilosante es el dolor y la rigidez en la parte baja de la espalda, que puede empeorar por la noche o a primera hora de la mañana. El dolor de espalda puede sentirse en la articulación sacroilíaca entre la columna vertebral y la pelvis. La progresión de la enfermedad puede afectar a toda la columna vertebral o a parte de ella, lo que provoca una disminución de la movilidad de la parte inferior de la columna vertebral y fatiga.

Otros síntomas que se observan raramente incluyen fiebre, pérdida de apetito, inflamación de los ojos y dolor en el talón, la cadera y otras articulaciones de los hombros, las rodillas y los tobillos.

Diagnóstico

El diagnóstico de la espondilitis anquilosante implica un examen físico para evaluar los síntomas del paciente, radiografías y análisis de sangre. La exploración física ayuda al médico a evaluar la rigidez y la amplitud de movimiento de la columna vertebral y otras articulaciones relacionadas. Se solicitan radiografías para obtener una visión clara de las articulaciones sacroilíacas, las vértebras y otros huesos relacionados. Se emplean ciertos análisis de sangre, como el antígeno HLA-B27, y la velocidad de sedimentación, que es un marcador de la inflamación en todo el cuerpo.

Tratamiento

El tratamiento de la espondilitis anquilosante implica el uso de ciertos medicamentos para ayudar a reducir la inflamación, suprimir la inmunidad y prevenir la progresión de la enfermedad. Las diferentes clases de medicamentos disponibles para el tratamiento incluyen los AINE, los corticosteroides u otras clases nuevas con efecto antiinflamatorio y analgésico.

Otras opciones de tratamiento son la fisioterapia y el ejercicio. Son medidas muy eficaces que ayudan a aliviar muchos síntomas. Lleve una dieta saludable de alimentos integrales y evite el consumo de alcohol y de cigarrillos.

En los casos en los que se produzcan daños graves en las articulaciones o en la columna vertebral, se puede realizar una intervención quirúrgica.

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