Puede que aún no lo sepas, pero has tomado una gran decisión, una que yo tomé hace 8 años y que ha cambiado mi vida! No siempre fui un corredor, no corrí en pista o a campo traviesa en la escuela secundaria. De hecho, jugaba al fútbol americano (¡estamos en Texas, después de todo!) y no podía correr más de un par de manzanas sin quedarme sin aliento. Prefería la sala de pesas a los ejercicios cardiovasculares cualquier día de la semana. Aunque nunca tuve mucha experiencia en correr, siempre admiré lo fuertes y en forma que parecían al verlos correr por la acera. No fue hasta después de la universidad que me encontré reexaminando mi situación física. Sabía que necesitaba perder algo de peso y recordaba vagamente lo increíble que era sentirse como un atleta en el instituto.
Me sentí así durante muchos meses, pero un día me dije ¡basta ya! A la mañana siguiente empecé a correr una milla alrededor de mi barrio. Era verano, por supuesto, y me estaba muriendo, y me costó todo lo que tenía para seguir avanzando, ¡pero había sobrevivido! Seguí corriendo esa misma ruta todos los días durante el mes siguiente y empecé a sentirme más vivo de lo que me había sentido en años. En este punto había empezado a crear un hábito pero créanme que estar ahí fuera solo era duro, sólo mis pensamientos para mantenerme distraído.
Aquí es donde las cosas cambiaron…