Carrera política de Jacques Chirac, que duró más de cuarenta años, seguirá siendo sin duda uno de los más importantes de la Quinta República. Pero, con su salida del Elíseo, es también una página que pasa, y sin duda el fin de una determinada forma de hacer política, «la antigua».
En general, los analistas hacen un balance globalmente negativo de su carrera y subrayan su inconstancia, su carácter de «veleta» o «camaleón», el de un «eterno oportunista», «su espantosa propensión a los buenos discursos no seguidos de efectos y a los grandes compromisos nunca cumplidos», su falta de escrúpulos, la importancia de las corrupciones cubiertas por una inmunidad ad hoc, el fracaso de sus breves intentos de reformas económicas en una época en la que la influencia de Francia había decaído,.
Marie-France Garaud dirá de él: «Pensaba que Chirac era el mármol del que se hacen las estatuas. En realidad es la loza con la que se fabrican los bidés. «