Brothers ha propuesto que la amígdala es un componente importante de la red neuronal que subyace a la cognición social. Y Bauman y Kemper observaron signos de neuropatología en la amígdala del cerebro autista post-mortem. Estos hallazgos, además de los recientes datos de neuroimagen funcional, han llevado a Baron-Cohen y sus colegas a proponer que la disfunción de la amígdala puede ser responsable, en parte, del deterioro del funcionamiento social que es una característica distintiva del autismo. Los datos recientes de los estudios realizados en nuestro laboratorio sobre los efectos de las lesiones de la amígdala en el mono macaco no coinciden con un papel fundamental de la amígdala en el comportamiento social. Si la amígdala no es esencial para el comportamiento social normal, como parece ser el caso tanto en primates no humanos como en pacientes seleccionados con daño bilateral en la amígdala, entonces es poco probable que sea el sustrato del comportamiento social anormal del autismo. Sin embargo, el daño a la amígdala tiene un efecto sobre la respuesta de los monos a los estímulos que normalmente inducen miedo, como las serpientes, y elimina la reticencia natural a participar en interacciones sociales con nuevos congéneres. Estos resultados llevan a la conclusión de que la amígdala desempeña un papel importante en la detección de amenazas y la movilización de una respuesta conductual adecuada, parte de la cual es el miedo. Si la amígdala es patológica en los sujetos con autismo, puede contribuir a sus miedos anormales y a su mayor ansiedad, más que a su comportamiento social anormal.