El tan repetido mito del pavo se debe a que éste contiene el aminoácido triptófano, que es la base de las sustancias químicas del cerebro que hacen que la gente se canse. Pero el pavo no es más inductor del sueño que otros alimentos. De hecho, el consumo de grandes cantidades de carbohidratos y alcohol puede ser la verdadera causa del sueño después de la comida de Acción de Gracias, según los expertos.
El triptófano es un componente de la sustancia química cerebral serotonina, que se convierte en la conocida hormona inductora del sueño melatonina. Las aves de corral y muchos otros alimentos también contienen triptófano, en cantidades similares a las del pavo. Gramo a gramo, el queso cheddar contiene más triptófano que el pavo.
Pero el triptófano compite con todos los demás aminoácidos del cuerpo para entrar en el cerebro, a través de un estricto guardián conocido como la barrera hematoencefálica. Son los montones de carbohidratos -el relleno, las patatas y los boniatos cubiertos de malvaviscos- los que constituyen el verdadero problema, según los expertos médicos. El consumo de carbohidratos desencadena la liberación de insulina, que elimina la mayoría de los aminoácidos de la sangre, pero no el triptófano: esa escasez de competidores permite que el triptófano entre en el cerebro y forme serotonina y, en última instancia, melatonina. (La melatonina también puede producirse en el intestino, y una pequeña cantidad de ésta puede filtrarse finalmente al torrente sanguíneo y acabar también en el cerebro.)
Básicamente, cualquier comida copiosa que contenga triptófano y muchos carbohidratos puede provocar somnolencia, no sólo el pavo. Y en Acción de Gracias, muchos otros factores contribuyen a la sensación de cansancio, como el consumo de alcohol. Las fiestas son también una época en la que la gente suele tomarse un descanso de su duro trabajo.
Cuando se consume con el estómago vacío, el triptófano puede provocar la producción de serotonina y sueños más vívidos. Los suplementos de triptófano fueron una ayuda popular para el sueño en la década de 1980, pero la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. los prohibió en 1991, citando un vínculo con un brote de la enfermedad autoinmune síndrome de eosinofilia-mialgia – aunque el vínculo es controvertido.
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