Necrosis coagulativa

Hígado y sistema biliar

La necrosis focal y aleatoria del hígado es un hallazgo común y espontáneo en los titíes (Chalmers 1983, Tucker 1984), pero ocurre muy raramente en los macacos. En las zonas subcapsulares del hígado se observan con más frecuencia manchas pequeñas o grandes de necrosis coagulativa con hemorragia y una respuesta inflamatoria mínima, junto con entidades patológicas subyacentes como la vacuolación de lípidos y la acumulación grave de glucógeno (Fig. 1.35). La mayoría de estas áreas necróticas no están asociadas a ningún agente etiológico, pero los organismos conocidos por causar necrosis focal en primates de laboratorio incluyen Listeria, especies de Yersinia (agente causal de la pseudotuberculosis) (McClure et al 1978) y el agente causal de la enfermedad de Tyzzer (Tucker 1984). Los hígados de tití con necrosis focal y no zonal también pueden tener varios focos de microgranulomas que pueden confundirse con focos de hematopoyesis extramedular (Fig. 1.36).

La vacuolación lipídica hepática o la lipidosis difusa de grados mínimos a severos (Fig. 1.37) se observa a menudo en los titíes, pero se ve muy raramente en los macacos jóvenes de laboratorio, que suelen presentar formas más leves de la enfermedad. La vacuolación lipídica severa en los titíes debe distinguirse de la marcada acumulación de glucógeno, que es un hallazgo común en esta especie, y los dos hallazgos pueden encontrarse en el mismo órgano (Fig. 1.37). A grandes rasgos, el hígado suele ser de color amarillo pálido con bordes redondeados o el hígado puede estar agrandado. Las causas de la vacuolación lipídica en el tití son variadas pero pueden incluir anemia, hipoproteinemia, hipoalbuminemia, enfermedad renal, inflamación intestinal o colitis e inanición (Chalmers et al 1983, Lowenstine 2003, Tucker 1984), la mayoría de las cuales son condiciones patológicas asociadas con el síndrome de desgaste del tití. La vacuolación lipídica también puede producirse en macacos con sobrepeso de una edad media de nueve años como parte del síndrome del hígado graso fatal, también conocido como síndrome de ayuno fatal (Bennett 1998, Lowenstine 2003), pero rara vez se observa en animales en estudio, porque los animales en estudio suelen ser mucho más jóvenes.

La lipidosis por tensión es una forma de vacuolación lipídica focal que se produce en los hepatocitos subcapsulares adyacentes a las zonas de inserción de los ligamentos (Fig. 1.38). Es una lesión comúnmente observada en la necropsia y un hallazgo histológico común del hígado en primates no humanos y otras especies de animales de laboratorio. La lesión se observa en la necropsia como una zona discreta, de color amarillo pálido, cerca del hilio u otras zonas del margen hepático. Se cree que la acumulación focal de grasa en el citoplasma de los hepatocitos subcapsulares adyacentes a los puntos de inserción del ligamento se debe a la hipoxia. Se propone que la contracción de estos ligamentos ejerce tensión sobre la cápsula hepática, lo que conduce a la obstaculización del suministro de sangre a los hepatocitos adyacentes, dando lugar a la hipoxia y a la vacuolización de lípidos. Además de la acumulación de lípidos, también puede observarse fibrosis capsular o subcapsular. La lesión no tiene importancia funcional conocida, pero debe diferenciarse de la vacuolación lipídica relacionada con el tratamiento.

La pigmentación hepática no suele ser un hallazgo común y espontáneo en los macacos, pero se produce con una frecuencia variable en los titíes, dependiendo de la dieta y de otros factores patológicos (Miller et al 1997). La hemosiderosis hepática, la deposición del pigmento que contiene hierro, la hemosiderina, en las células de Kupffer, es el pigmento más común observado en el hígado del tití (Fig. 1.39) y se cree que está asociado a varios factores como cantidades excesivas de hierro en la dieta, elevaciones endógenas de glucocorticoides debido al estrés, así como la presencia de procesos inflamatorios crónicos. En el caso de las enfermedades inflamatorias crónicas, como las asociadas al WMS, se cree que la hemosiderosis se produce como resultado del secuestro de hierro y de la escasa transferencia de hierro de los siderófagos a los eritrocitos en la anemia de la enfermedad crónica (Lowenstine 2003).

Una característica muy común del hígado del tití que lo diferencia del de los macacos es la gran cantidad de glucógeno que se acumula en los hepatocitos (Chalmers et al 1983, Foster 2005, Kaspareit et al 2006, Tucker 1984). Se sabe que la acumulación de glucógeno en los titíes depende de la dieta y de la edad (Foster 2005), pero también puede variar considerablemente entre los estudios y entre los animales de un estudio. Se observa histológicamente como una vacuolización difusa o panlobular que da una apariencia de encaje o rarefacción al citoplasma del hepatocito (Figs 1.35 & 1.37).

La fibrosis subcapsular focal o localizada, la inflamación, la necrosis o la hemorragia asociadas a una proliferación mínima o leve de los conductos biliares en la zona periportal adyacente, pueden ocurrir comúnmente en un grupo de macacos cynomolgus o titíes adultos jóvenes sin ninguna anomalía clínica o clínico-patológica asociada (Chamanza et al 2010). La lesión se caracteriza por la deposición mínima a moderada de fibras reticulares y de colágeno en zonas periportales adyacentes a la cápsula, o justo debajo de la misma, y afecta de dos a más de cinco lóbulos hepáticos. Dado que los hallazgos macroscópicos asociados a estos hallazgos subcaspulares se observan comúnmente en la superficie parietal del hígado, que se encuentra contra el diafragma y la pared costal, se consideran asociados a la manipulación mecánica de los animales durante el tratamiento (Shimoi et al 1998).

La infiltración de células inflamatorias mononucleares focales en el hígado se encuentra entre los hallazgos más comunes observados en primates no humanos de laboratorio (Chamanza et al 2010, Drevon-Gaillot et al 2006, Foster et al 2005). Los infiltrados suelen localizarse periportalmente, donde no suelen estar asociados a lesiones en los tejidos circundantes. Los infiltrados de células inflamatorias localizados dentro del parénquima hepático pueden o no estar asociados a una necrosis unicelular (Fig. 1.40). Las lesiones con daño hepatocítico asociado suelen contener otras células inflamatorias como neutrófilos y macrófagos. Los focos celulares inflamatorios espontáneos en el hígado, de grado mínimo o moderado, deben diferenciarse de los hallazgos relacionados con el tratamiento causados por los compuestos de prueba proinflamatorios. La inflamación periportal crónica o la hiperplasia de los conductos biliares pueden estar asociadas a la inflamación del tracto intestinal (Chalmers et al 1983).

La glándula suprarrenal ectópica adherida al hígado y situada dentro de la cápsula hepática (Fig. 1.41) se ha observado esporádicamente en macacos (Chamanza 2010). Esta lesión es menos frecuente que la fusión/adhesión adreno-hepática, que implica la presencia de tejido hepático ectópico dentro de la glándula suprarrenal derecha o adherido a ella. El tejido suprarrenal ectópico dentro del hígado consiste en una o más de las tres zonas corticales que se encuentran justo debajo de la cápsula hepática con una fusión de la cápsula suprarrenal y hepática y una mezcla de tejido hepático y suprarrenal sin tejido fibroso intermedio. También se observa tejido cortical suprarrenal ectópico en el riñón (Fig. 1.42a) y en el epidídimo (Fig. 1.42b) en primates no humanos.

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