La tasa de mortalidad operatoria para el tratamiento quirúrgico del absceso de la raíz aórtica varía entre el 3,9% y el 25%.1,3,5,7,15,16 Se sabe que la intervención precoz de la EI con secuelas prolongadas tiene mejores resultados y, por este motivo, lleva a los cirujanos a operar de forma precoz si no se desarrollan secuelas potencialmente mortales.17 La mayoría de las series quirúrgicas urgentes tienen tasas de mortalidad elevadas, que oscilan entre el 55% y el 77%.4,5 Sin embargo, la cirugía emergente tiene una tasa de mortalidad más elevada que la cirugía electiva (14,3% frente a 9,3%).6 A pesar de que el 88,9% de los pacientes fueron intervenidos quirúrgicamente dentro de las primeras 48 horas, en nuestra serie hubo más cirugía precoz (retrasada-urgente) que urgente (74,1% frente a 14,8%). La tasa de mortalidad perioperatoria fue del 75% (3/4) para la cirugía urgente y del 15% (3/20) para la cirugía precoz, pero no observamos ninguna muerte operatoria en los 3 casos electivos.
Nuestra estrategia es emprender la cirugía de la raíz aórtica tras estabilizar la infección, la hemodinámica y el estado general del paciente. Aunque una investigación preoperatoria detallada puede llevar tiempo, los detalles descubiertos ayudan al cirujano a desarrollar planes para este complicado y desafiante procedimiento. En nuestro estudio, utilizamos la ecocardiografía transesofágica para localizar los abscesos en la proximidad de la válvula aórtica y las estructuras anatómicas circundantes, y esto reveló que la mayoría de los abscesos surgían del seno no coronario de la raíz aórtica, como los demás.5,9 Esto explica por qué solemos preferir una intervención quirúrgica precoz (demorada-urgente).
Comparar nuestras tasas de supervivencia con las tasas de supervivencia a largo plazo publicadas para pacientes con absceso de la raíz aórtica es difícil, porque la mayoría de los estudios no se limitan a la endocarditis de la válvula aórtica en asociación con la extensión perianular. Moon y colaboradores18 informaron de que las tasas de supervivencia a 10 años eran mejores para los pacientes con EVN que para los pacientes con EVP (54% frente a 41%), pero no encontraron ninguna diferencia en función del tipo de válvula implantada. Cuando Klieverik y colaboradores19 compararon los resultados del RVA por endocarditis activa en 138 pacientes (106 aloinjertos y 32 prótesis mecánicas), no encontraron ningún beneficio de supervivencia para un aloinjerto frente a una sustitución valvular mecánica (59% frente a 66%). Musci y colaboradores20 informaron de que las tasas de supervivencia a 1, 5 y 10 años de los pacientes con EVP asociada a un absceso perianular eran del 57,8 ± 3,3%, el 43,9 ± 3,5% y el 27,3 ± 4%, respectivamente; también constataron que la sepsis era el principal motivo de fracaso multiorgánico. Jassar y sus coautores8 comunicaron resultados similares con 3 procedimientos de RRA diferentes: las tasas de supervivencia a 1 y 5 años fueron del 67% ± 7% y el 58% ± 9% para los pacientes con injertos mecánicos compuestos, del 65% ± 7% y el 62% ± 7% para los pacientes con conductos valvulares biológicos, y del 61% ± 8% y el 58% ± 9% para los pacientes con homoinjertos (p=0,48), respectivamente. Concluyeron que, a medida que la selección de injertos evolucionaba con el tiempo, las prótesis mecánicas se convirtieron en la opción más frecuente para la sustitución radicular en la reoperación. En nuestro estudio, las tasas medias de supervivencia a 1, 5 y 10 años fueron del 70,3% ± 5,8%, 62,9% ± 6,4% y 59,2% ± 7,2%, respectivamente. Nuestros resultados a largo plazo parecían mejores con la RRA que con la RVA, y mejores después de la EVN que de la EVP. A pesar de que las morbilidades tempranas se desarrollaron de forma similar en ambos grupos de nuestro estudio, el grupo de RRA estuvo libre de secuelas tardías. Resulta especialmente interesante que no hayamos observado ninguna secuela tardía relacionada con el injerto protésico o la válvula en este grupo. Esta observación cambió nuestra preferencia, en pacientes con absceso radicular aórtico destructivo, por el uso de un injerto compuesto con bridas en los procedimientos de ARR.