Las combinaciones antimicrobianas se utilizan ampliamente, aunque la mayoría de las infecciones en pacientes con defensas normales pueden tratarse con un solo agente antimicrobiano. Son pocas las razones que justifican el uso de combinaciones antimicrobianas: (1) cobertura de amplio espectro para la terapia inicial de pacientes gravemente infectados; (2) infecciones polimicrobianas; (3) prevención de la selección de microorganismos resistentes cuando existe una alta tasa de mutación del organismo causante al antibiótico indicado; (4) reducción de la toxicidad relacionada con la dosis – esta preocupación es rara y sobre todo de interés histórico, relacionada con el uso de sulfonamidas; y (5) actividad sinérgica antimicrobiana. Resulta atractivo el uso de combinaciones y el tratamiento de dos tipos de infecciones – infecciones resultantes de organismos resistentes o relativamente resistentes e infecciones que requieren una erradicación bacteriana (alto efecto bactericida), teniendo en cuenta el sitio de la infección y las defensas del huésped. En este artículo se analizan algunos problemas actuales de la terapia combinada antibacteriana, excluyendo las combinaciones y el uso de antimicobacterianos, antifúngicos y antivirales.
El interés clínico por el sinergismo antimicrobiano surgió a principios de la década de 1950. La elevada frecuencia de recaídas en la endocarditis enterocócica tratada sólo con penicilina G se redujo al añadir estreptomicina al tratamiento. Los estudios in vitro y clínicos establecieron firmemente esta indicación para el uso de la combinación de antibióticos.34, 35 Desde entonces, el sinergismo, así como el antagonismo, ha sido un tema de interés para los microbiólogos, bioquímicos y biólogos moleculares, que desarrollaron estudios in vitro con la mayoría de los antimicrobianos comercializados. En los estudios in vivo con animales y humanos, el número de combinaciones investigadas fue mucho menor, y los estudios clínicos controlados han sido extremadamente raros.