El clientelismo político en el siglo XXI: Teoría y práctica
Resumen
Título del taller: El clientelismo político en el siglo XXI: Teoría y prácticaResumen del contenido académico del taller y su relación con la bibliografía existenteEn la bibliografía sobre la competencia entre partidos existe el supuesto general de que los ciudadanos votan por una plataforma o un programa más que por estrechos beneficios materiales personales. Sin embargo, en muchos países de todo el mundo las elecciones se deciden ofreciendo favores en forma de dinero, empleos y servicios a cambio de votos. Esto no sólo ocurre en los países en desarrollo, sino también en las democracias liberales altamente industrializadas. Este fenómeno queda bien reflejado en la literatura sobre el clientelismo político. El clientelismo es un concepto muy amplio «en la encrucijada de la política y la administración, la economía y la sociedad» (Roniger 2004: 354). Como reflejo de esta naturaleza polifacética, el estudio del clientelismo ha sido dominio común de antropólogos, historiadores, sociólogos y politólogos (Scott 1977c: 483). Dada esta variedad, no es de extrañar que el concepto signifique «cosas diferentes para personas diferentes» (Medina y Stokes 2002: 2), y esta diferencia se hace más grande cuando estas personas proceden de distintos ámbitos disciplinarios. En particular, las definiciones atribuidas al mismo concepto por los antropólogos, por un lado, y los politólogos, por otro, resultaron ser tan divergentes que se ha hecho indispensable especificar desde el principio qué tipo de clientelismo o patrocinio se está analizando (Weingrod 1968: 380). Habiendo surgido como una herramienta de análisis utilizada por los antropólogos para estudiar las relaciones interpersonales en pequeñas comunidades rurales, el significado atribuido al concepto ha cambiado sustancialmente al pasar a utilizarse como herramienta para estudiar sistemas políticos complejos a nivel nacional. Para complicar aún más las cosas, en diferentes contextos se utilizan diversos términos, como relaciones/vínculos patrón-cliente, patrocinio, patrocinio basado en el partido, clientelismo, clientelismo de masas, nuevo clientelismo, semiclientelismo, clientelismo burocrático, política de máquinas, clientelismo de notables, porkbarrelling y jobbery político, para expresar variantes del clientelismo. Weingrod define el patronazgo en el sentido antropológico como un tipo de relación social, y describe el estudio del patronazgo desde esta perspectiva como el «análisis de cómo personas de autoridad desigual, pero vinculadas por lazos de interés y amistad, manipulan sus relaciones para conseguir sus fines» (1968: 379-80). El mecenazgo desde la perspectiva del politólogo, en cambio, toma al partido político como principal unidad de análisis, y «se refiere a las formas en que los políticos del partido distribuyen empleos públicos o favores especiales a cambio de apoyo electoral» (ibíd.: 379). En este contexto, nuestra definición de trabajo del clientelismo político para este taller será, en palabras de Piattoni, «el comercio de votos y otros tipos de apoyo partidista a cambio de decisiones públicas con beneficios divisibles, lo que implica no sólo la distribución de puestos de trabajo y bienes, sino también la explotación de toda la maquinaria del Estado como ‘una ficha de intercambio'» (2001a: 4). (2001a: 4). «Desde un certificado de nacimiento hasta un permiso de construcción, desde una pensión de invalidez hasta una vivienda pública, desde un proyecto de desarrollo hasta una exención de impuestos» (ibíd.: 6) casi todo lo que está bajo el control del Estado puede ser objeto de este intercambio. Como señala Kenny, «no se trata aquí de considerar que uno puede tener derecho a estas cosas por derecho, pues entre lo que es un derecho y lo que es posible hay mil encogimientos de hombros diferentes» (citado en Eisenstadt y Roniger 1984: 73). Un mecenas que busca el voto del cliente puede facilitarle la vida asegurándose de que «los agentes del Estado traten con el cliente de forma honesta, o bien, cuando sea necesario, de forma deshonesta… ignorando las normas fiscales, los códigos de construcción, la legislación contra la ocupación ilegal, los procedimientos adecuados para cobrar el agua y la electricidad, o dictando sentencias judiciales favorables» (Kitschelt y Wilkinson 2007: 11); en palabras de Chubb se trata de «formas no monetarias de patrocinio» (1982: 247; véase también 211-6). Lo mismo ocurre a la inversa. La vida de un partidario de la oposición puede convertirse fácilmente en una pesadilla si se aplican las leyes de forma selectiva. En palabras de un ex presidente peruano, «para mis amigos cualquier cosa. Para mis enemigos la ley». En la literatura «un tipo ideal de ‘gobierno de partido responsable’ en el que los partidos ofrecen paquetes de políticas justificadas en términos de una defensa de principios del ‘interés público'», se establece como punto de referencia contra el clientelismo político (Hopkin 2001: 117) ya que sin especificar lo que no es el clientelismo, es imposible definir lo que es. Estos paquetes se formularán, sin duda, de forma que beneficien a ciertos grupos del electorado que el partido considera su base electoral, mientras que empeoran a los demás. Por tanto, los beneficios se dirigen a grupos muy amplios para atraer el mayor apoyo posible. Luego, estos paquetes de políticas o programas se aplican sin verificar si los beneficiarios han votado realmente al partido o no. Dado que, según el modelo de gobierno de partido responsable, el vínculo entre el votante y el partido es programático, y a diferencia de la política clientelista (donde el intercambio es contingente y directo), «los políticos entran en un intercambio político no contingente e indirecto» (Kitschelt y Wilkinson 2007: 10). Como dice Kitschelt en el análisis de la política programática y clientelista, … tenemos que separar las distinciones definitorias de las asociaciones empíricas. En términos de definición, sólo cuenta la naturaleza procedimental de las relaciones de intercambio para separar la vinculación clientelar de la programática (intercambio directo frente a indirecto). Empíricamente, la competencia entre partidos basada en vínculos predominantemente programáticos puede dar lugar a una mayor despersonalización de la política, una mayor provisión de bienes colectivos y una mayor institucionalización que la política clientelar. Sin embargo, se trata de una asociación empírica contingente, diluida por las políticas democráticas con vínculos predominantemente clientelistas que también están altamente institucionalizadas y rutinizadas (2000: 853). Obviamente, en su forma moderna actual, que se caracteriza por la participación de grupos categóricos -partidos políticos como patrones y grupos sociales enteros como clientes- involucrados en un intercambio político impersonal, burocrático e institucionalizado, el clientelismo político ha llegado a ser percibido como la política de siempre; como dice Piattoni, «una variante de la política particularista», y no como una «patología cultural» o «distorsión del desarrollo» (2001a: 7). En palabras de Eisenstadt y Lemarchand, «la floreciente literatura sobre las relaciones patrón-cliente ha… reconocido que tales relaciones pueden encontrarse en muchas sociedades y civilizaciones, en diferentes niveles de desarrollo económico y diferenciación social y en una gran variedad de tradiciones culturales» (1981: 1-2). En este sentido, el clientelismo ha llegado a ser tomado como un intercambio social; un método de movilización del apoyo político (Chubb 1981 y 1982); una estrategia para mantener el poder (Shefter 1994; Piattoni 2001); un método de movilización electoral (Roniger 2004; Stokes 2007); o un mecanismo de vinculación de la responsabilidad democrática (Kitschelt 2000; Kitschelt y Wilkinson 2007); más que una anomalía dictada por el contexto sociocultural o socioeconómico per se. Esto hace que la literatura sobre el clientelismo político sea un conjunto de herramientas útiles para analizar diversos sistemas políticos de todo el mundo. ¿Por qué es necesario un taller sobre clientelismo político? El concepto de clientelismo político comenzó a utilizarse en la literatura de la ciencia política a finales de la década de 1960. Gracias a su utilidad en el análisis de la evidencia empírica de los países en desarrollo, el concepto llegó a suscitar un inmenso interés académico, y en la primera década de su introducción «en el léxico de los politólogos se han dedicado innumerables libros y artículos a la exploración de los fenómenos clientelistas en escenarios tan diversos como China y Colombia, Italia y Senegal, Venezuela y Líbano» (Lemarchand 1981: 7). Sin embargo, este interés no duró mucho y, como señalan Kitschelt y Wilkinson, «entre 1978 y finales de la década de 1990 se ha escrito muy poco de importancia teórica sobre el clientelismo» (2007: 6). Luego vinieron dos obras fundamentales: los volúmenes editados por Piattoni (2001) y Kitschelt y Wilkinson (2007), que aportaron tanto en el plano teórico como mediante la presentación de nuevos estudios de caso una importante contribución a la literatura. Desde entonces, la investigación sobre el clientelismo ha vuelto a estancarse. El objetivo de este taller es reavivar el interés por el concepto de clientelismo político como herramienta heurística, contribuir a su conceptualización y añadir estudios de caso nuevos o actualizados a la literatura. Descripción del perfil esperado de los participantesCientíficos políticos y economistas políticos que trabajan en partidos políticos, participación política, representación, cultura política y desarrollo económico que se ocupan del fenómeno del clientelismo político. Las preguntas de investigación incluyen: En tiempos de aumento del populismo, ¿existe el peligro de una regresión de la política programática al clientelismo? ¿Cuál es la relación entre el populismo y el clientelismo político? ¿Por qué los políticos se embarcan en un comportamiento clientelista y por qué los ciudadanos responden? ¿Cuáles son los patrones nacionales y subnacionales de partronaje? ¿Cómo determina la interacción del desarrollo económico, la competencia entre partidos, la gobernanza de la economía y la heterogeneidad étnica las formas y los patrones de comportamiento clientelista? ¿Qué se puede hacer para combatir el clientelismo político como una forma de corrupción política? ¿Qué desafíos y oportunidades plantean las «coyunturas críticas» para los sistemas clientelistas? Tipo de trabajosSe aceptan estudios de países, estudios de casos de instituciones internacionales y nacionales, así como contribuciones teóricas; los estudios comparativos son especialmente bienvenidos. Bibliografía seleccionadaChubb, Judith (1981). «The Social Bases of an Urban Political Machine: The Christian Democratic Party in Palermo». En S.N. Eisenstadt y Rene Lemarchand, eds., Political Clientelism, Patronage, and Development. Beverly Hills, CA: Sage.Chubb, Judith (1982). Patronage, Power, and Poverty in Southern Italy: A Tale of Two Cities. New York: Cambridge University Press.Eisenstadt, Shmuel y René Lemarchand, eds. (1981). Political Clientelism, Patronage and Development. Londres: Sage.Eisenstadt, Shmuel N., y Luis Roniger (1984). Patrones, clientes y amigos: Interpersonal relations and the structures of trust in society. Cambridge, MA: Cambridge University Press.Hopkin, Jonathan (2001). «¿Un ‘modelo sureño’ de movilización electoral? Clientelism and Electoral Politics in post-Franco Spain». West European Politics 24 (1): 115-36.Kitschelt, Herbert (2000). «Linkages Between Citizens and Politicians in Democratic Polities». Comparative Political Studies 33(6/7): 845-879.Kitschelt, Herbert y Steven I. Wilkinson (2007a). «Vínculos entre ciudadanos y políticos: una introducción». En Herbert Kitschelt y Steven I. Wilkinson, eds., Patrons, Clients, and Policies: Patterns of Democratic Accountability and Political Competition. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press. Kitschelt, Herbert y Steven I. Wilkinson (2007b). «A research agenda for the study of citizen-politician linkages and democratic accountability». En Herbert Kitschelt y Steven I. Wilkinson eds., Patrons, Clients, and Policies: Patterns of Democratic Accountability and Political Competition. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press. Lemarchand, Rene (1981). «Comparative Political Clientelism: Estructura, Proceso y Óptica». En S.N. Eisenstadt y Rene Lemarchand, eds., Political Clientelism, Patronage,and Development. Beverly Hills, CA: Sage.Piattoni, Simona (2001a). «Clientelism in Historical and Comparative Perspective». En Simona Piattoni, ed., Clientelism, Interests, and Democratic Representation: The European Experience in Historical and Comparative Perspective. Cambridge: Cambridge University Press. Piattoni, Simona (2001b). «Clientelism, Interests, and Democratic Representation». En Simona Piattoni, ed., Clientelism, Interests, and Democratic Representation: The European Experience in Historical and Comparative Perspective. Cambridge: Cambridge University Press.Roniger, Luis (2004). «Clientelismo político, democracia y economía de mercado». Comparative Politics, 36(3): 353-75.Scott, James C. (1977c). «Political Clientelism: A Bibliographical Essay». En Steffen W. Schmidt, Laura Guasti, Carl H. Lande y James C. Scott, eds., Friends, Followers, and Factions: A Reader in Political Clientelism. Berkeley: University of California Press.Stokes, Susan C. (2007). «Political Clientelism». En Susan C. Stokes y Carles Boix, eds., The Oxford Handbook of Comparative Politics. Oxford: Oxford University Press. Weingrod, Alex (1968). «Patrons, Patronage and Political Parties». Estudios comparativos en sociedad e historia 10 (4): 377-400.
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