Transporte espacial comercial

Nuevas aplicaciones comerciales

Los defensores del espacio han identificado una serie de posibles oportunidades para el futuro uso comercial del espacio. Para que sean económicamente viables, muchas dependen de que se reduzca el coste del transporte al espacio, un objetivo que hasta la fecha han eludido tanto los gobiernos como los empresarios privados. El acceso a la órbita terrestre baja suele costar decenas de miles de dólares por kilogramo de carga útil, lo que supone una barrera importante para el desarrollo espacial. Sin embargo, una empresa, SpaceX, redujo este coste por un factor de 10 con su cohete Falcon 9 y promete reducirlo aún más con su planeado Falcon Heavy.

Originalmente se esperaba que la ISS fuera el escenario de una importante investigación financiada comercialmente y de otras actividades cuando sus laboratorios comenzaran a funcionar. Se preveía que incluyera tanto la investigación en microgravedad financiada por la industria en los laboratorios de la ISS como empresas menos convencionales, como la acogida de pasajeros de pago, el rodaje de películas en las instalaciones y la autorización de avales comerciales para los productos utilizados a bordo de la estación. Se preveía que el éxito comercial de la ISS conduciría al desarrollo de nuevas instalaciones de financiación privada en la órbita baja de la Tierra, incluyendo puestos de investigación, fabricación y residencia, y quizás a sistemas de transporte de financiación privada para acceder a esas instalaciones. Debido a los retrasos en la finalización de la estación -sobre todo después de la paralización de la flota de transbordadores tras el accidente del Columbia en 2003- no surgió esa demanda comercial de acceso a la estación. Sin embargo, dado que está previsto que la ISS funcione al menos hasta 2024, es posible que el sector privado la utilice más si los primeros resultados de la investigación demuestran los beneficios de la instalación.

Otra posible aplicación comercial es el transporte de pasajeros de pago al espacio, conocido como turismo espacial. Varias encuestas han sugerido que el público en general está dispuesto a gastar sumas considerables para tener la oportunidad de viajar al espacio. Aunque un número muy limitado de personas adineradas ha comprado viajes a la órbita terrestre para visitar la ISS a un precio muy elevado, el desarrollo a gran escala del mercado del turismo espacial no será posible hasta que se hayan desarrollado sistemas de transporte a la órbita menos costosos y altamente fiables.

Una variante del turismo espacial consiste en llevar a los pasajeros que pagan una tarifa al borde del espacio -generalmente fijado a 100 km (62 millas) de altitud- para realizar breves vuelos suborbitales que ofrecen unos minutos de ingravidez y una amplia vista de la Tierra. En 2004, en respuesta a un concurso iniciado a finales de la década de 1990, una nave espacial financiada con fondos privados, denominada SpaceShipOne, se convirtió en la primera de su clase en transportar seres humanos (en este caso, pilotos de prueba) en tales vuelos. Este logro podría anunciar el inicio de un negocio de viajes suborbitales comerciales. Aun así, la velocidad alcanzada por SpaceShipOne fue poco más de tres veces la velocidad del sonido, aproximadamente una séptima parte de la velocidad necesaria para entrar en una órbita terrestre baja práctica. Los vuelos comerciales frecuentes a la órbita parecen estar a años vista.

Sin embargo, varias empresas, como Virgin Galactic con su SpaceShipTwo, esperan comenzar los vuelos comerciales suborbitales. Además de transportar turistas espaciales, estos vuelos podrían ofrecer oportunidades para la investigación y el desarrollo tecnológico. Una estimación de 2012 sugería que podría haber vuelos suborbitales diarios en los 10 años siguientes al primer vuelo suborbital comercial.

Como alternativa a las fuentes de energía existentes, se han sugerido sistemas basados en el espacio que capturen grandes cantidades de energía solar y la transmitan en forma de microondas o rayos láser a la Tierra. Para lograr este objetivo sería necesario desplegar una serie de grandes estructuras en el espacio y desarrollar una forma de transmisión de energía ambientalmente aceptable para crear un competidor rentable de los sistemas de suministro de energía basados en la Tierra.

Los recursos disponibles en la Luna y otros cuerpos del sistema solar, especialmente los asteroides, representan otros objetivos potenciales para el desarrollo comercial. Por ejemplo, durante miles de millones de años el viento solar ha depositado grandes cantidades del isótopo helio-3 en el suelo de la superficie lunar. Científicos e ingenieros han sugerido que el helio-3 podría extraerse y transportarse a la Tierra, donde es escaso, para su uso en reactores de fusión nuclear. Además, hay pruebas que sugieren que las regiones polares de la Luna contienen hielo, que podría suministrar a un puesto de avanzada lunar con tripulación agua potable, oxígeno respirable e hidrógeno para el combustible de las naves espaciales. En algunos asteroides también pueden existir cantidades significativas de recursos potencialmente valiosos, como agua, carbono, nitrógeno y metales raros, y se ha propuesto la extracción espacial de estos recursos.

Región polar sur de la Luna
Región polar sur de la Luna

La región polar sur de la Luna en un mosaico de imágenes realizadas por la nave espacial estadounidense Clementine desde la órbita lunar en 1994. El mosaico, centrado en el polo sur y que combina la iluminación recibida a lo largo de más de dos días solares de la Luna (cada uno de ellos de unos 29 días terrestres), revela la existencia de apreciables zonas de sombra permanente donde podría existir hielo de agua. Los depósitos de hielo, si pudieran ser explotados económicamente, constituirían un importante recurso para un futuro puesto lunar tripulado.

NASA/Goddard Space Flight Center

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