Lesiones antemortem

Las lesiones antemortem son aquellas que un cuerpo ha recibido antes de morir. Pueden ser un factor que contribuya a la muerte o incluso su causa. Por otro lado, pueden haberse producido hace muchos años. Durante una autopsia, el patólogo evalúa la antigüedad de las lesiones antemortem, además de distinguirlas de las lesiones postmortem, es decir, las que se producen después de la muerte. Las lesiones postmortem pueden proceder de diversas fuentes, como la mutilación deliberada de un cuerpo por un asesino tras un homicidio, la depredación por animales salvajes o la manipulación descuidada en la morgue. Las lesiones postmortem pueden causar confusión sobre la forma y la causa de la muerte.

Una diferencia importante entre una lesión antemortem y una postmortem es la presencia de signos de hemorragia. Mientras la persona está viva, la sangre circula y cualquier herida, como cortes o puñaladas, sangra. Tras la muerte, el cuerpo no suele sangrar. Sin embargo, hay excepciones. Por ejemplo, cuando una persona se ahoga, su cuerpo suele flotar boca abajo y esto hace que la cabeza se congestione de sangre. Si el cadáver recibe una herida en la cabeza al ser zarandeado en el agua y chocar con embarcaciones o hélices, podría haber alguna evidencia de hemorragia. Las heridas en el cuero cabelludo sufridas después de la muerte también pueden dejar escapar algo de sangre.

Puede ser especialmente difícil distinguir entre las lesiones infligidas en los últimos minutos de vida y las causadas postmortem. Si la persona se desploma, puede haber zonas de laceración (cortes o raspaduras) en la cabeza y el cuero cabelludo que pueden ser muy difíciles de interpretar.

Después de la muerte, la sangre permanece líquida en los vasos y ya no coagula. La manipulación descuidada de un cadáver puede producir algunos hematomas post mortem que deben distinguirse de los hematomas antemortem. La sangre también tiende a acumularse por gravedad después de la muerte, lo que provoca un aspecto amoratado en las extremidades inferiores, los brazos, las manos y los pies conocido como lividez. Algunos de los vasos sanguíneos más pequeños pueden incluso sufrir hemorragias por la presión de esta sangre acumulada. Estos hematomas podrían confundirse con los hematomas ante-mortem.

Las investigaciones recientes se han centrado en mejorar las técnicas para distinguir entre una lesión antemortem y una postmortem mediante el análisis del tejido dañado. Las lesiones antemortem muestran signos de inflamación, mientras que las postmortem no. Los científicos chinos han descubierto que el tejido de las lesiones antemortem contiene una sustancia química implicada en la inflamación, el leucotrieno B4 (LTB4). Las lesiones postmortem no contienen LTB4. Esto podría ayudar al patólogo a clasificar las lesiones con mayor precisión.

Véase también Sangre; Marcas corporales; Patología; Evaluación de heridas.

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