En el ámbito de la filosofía libertaria, la principal preocupación del libertario civil es la relación del gobierno con el individuo. En teoría, el libertario civil busca restringir esta relación a un mínimo absoluto en el que el Estado pueda funcionar y proporcionar servicios básicos y seguridad sin interferir excesivamente en la vida de sus ciudadanos. Una causa clave del libertarismo civil es la defensa de la libertad de expresión. En concreto, los libertarios civiles se oponen a la prohibición de la incitación al odio y a la obscenidad. Aunque pueden o no aprobar personalmente los comportamientos asociados a estos temas, los libertarios civiles sostienen que las ventajas del discurso público sin restricciones superan todas las desventajas.
Otras posturas libertarias civiles incluyen el apoyo a la legalización, al menos parcial, de las sustancias ilícitas (marihuana y otras drogas blandas), la prostitución, el aborto, la privacidad, la muerte asistida o la eutanasia, el derecho a portar armas, los derechos de los jóvenes, la igualdad entre hombres y mujeres, una fuerte demarcación entre la religión y la política, y el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Con la llegada de los ordenadores personales, Internet, el correo electrónico, los teléfonos móviles y otros avances de la tecnología de la información ha surgido un subconjunto del libertarismo civil que se centra en la protección de los derechos digitales y la privacidad de los individuos.