Real Archaeology

Considere Asia Central, donde la República rusa de Altai se cruza con Kazajistán, Mongolia y China. Gran parte de la región sigue siendo un desierto sin tramos, con carreteras y asentamientos que sólo existen en el sentido más escaso y aislado del término. Aquí, el turismo es una empresa de larga distancia y lejanía, pero la historia de las montañas de Altái desafía la sabiduría convencional de este lugar.

Mucho antes de que las famosas Rutas de la Seda atravesaran la masa continental euroasiática, los pueblos de Altái operaban dentro de una interacción dinámica de genética, lenguaje, arte y cultura, recibiendo a la vez de otros y ejerciendo influencia sobre ellos. Se trata de una narración amplia, con vínculos con África, Europa, Oriente Medio, India, China, Corea e incluso América del Norte, que juega con el defecto etnocéntrico moderno de «marginar» a los pueblos desconocidos y trivializa la teoría de que es posible delimitar distintas ramas de la humanidad.

Figura 1: Sección transversal de un enterramiento Pazyryk.

Hace más de 2.300 años, el pueblo Pazyryk dejó túmulos funerarios llamados kurganes que hoy ofrecen la mayor parte de los datos sobre la historia de las montañas de Altai. Las pruebas de numerosos kurganes bien conservados permiten a los expertos afirmar «sin lugar a dudas que esta cultura estaba estrechamente vinculada… a los principales centros de civilización de la época en China, la India y el Irán aqueménida» (Tresilian). Al reutilizar objetos de otros pueblos y adaptar motivos extranjeros a sus propios diseños, los Pazyryk demuestran un gusto ecléctico que no habría sido posible si estuvieran cerrados al intercambio de bienes e ideas. Algunas iconografías procedentes de China occidental muestran claramente su inspiración en el estilo de los nómadas altaianos (tresilianos), mientras que el adorno de sedas chinas para vestir a la renombrada noble Pazyryk se acerca a elementos estilísticos que siguen siendo comunes entre los nómadas de la región en la actualidad. Desde el lado occidental, los altaianos absorbieron las influencias aqueménidas y soportaron la observación de los griegos. Cualquier representación de un ser humano es rara en el arte de Pazyryk, y sin embargo una brida tallada con la imagen de Bes, un genio egipcio que era popular entre los aqueménidas, aparece en una de las tumbas (Rubinson).

Figura 2: Imagen de Bes, una muestra de la influencia aqueménida en los montes de Altai.

Cuando se combina con las pruebas genéticas que vinculan a los altaianos modernos con el linaje iraní-caucásico de los pazyryk («princesa siberiana») y con los nativos americanos ancestrales («en nuestra mente») a través de la expansión demográfica de la región (González-Ruiz et al.), toma forma una imagen del poder de la síntesis cultural a través de la historia, una imagen en la que cada grupo de personas depende de la influencia acumulada de otros.

Cuando los arqueólogos bajo los auspicios de la UNESCO proponen la concienciación entre la población local como si fuera una idea de última hora (Tresilian) y los funcionarios rusos desechan las peticiones de devolución de las momias Pazyryk con invocaciones a la ciencia («Siberian Princess»), hacen caso omiso de las formas de conocimiento indígenas y transforman el patrimonio en un tema exótico de curiosidad. Los residentes de la región de Altái pueden reclamar una historia que trasciende las fronteras que los rodean, pero las instituciones defendidas por Europa y América siguen poniéndose por encima del resto, ahondando las divisiones e ignorando las profundas conexiones que vinculan a cada grupo de personas con una historia humana compartida.

Fuentes:

«On Our Mind in March». Proyecto Altai, 27 mar. 2015, www.altaiproject.org/2015/03/on-our-mind-in-march/. Consultado el 5 de noviembre de 2017.

Fuentes de las imágenes:

Imagen de Bes confirmada por idéntica en publicación de Rubinson. Pinterest, i.pinimg.com/736x/46/39/17/463917c441cd869509086b95efaae3fd–hermitage-museum-plaque.jpg. Consultado el 6 de noviembre de 2017.

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