Antecedentes: El orden de la información puede influir en el juicio. Sin embargo, sigue sin estar claro si el orden de los datos clínicos afecta a las interpretaciones de los médicos de estos datos cuando se dedican a tareas de diagnóstico familiares.
Métodos: De 400 médicos de familia seleccionados al azar a los que se les entregó un cuestionario que incluía un breve escenario escrito sobre una mujer joven con disuria aguda, 315 (79%) devolvieron respuestas utilizables. Los médicos habían sido distribuidos aleatoriamente en dos grupos, y ambos grupos habían recibido la misma información clínica pero en órdenes diferentes. Después de conocer la queja principal de la paciente, los médicos recibieron o bien la historia clínica y los resultados de la exploración física seguidos de los datos de laboratorio (el grupo H&P-primero) o los datos de laboratorio seguidos de la historia clínica y los resultados de la exploración física (el grupo H&P-último). Los resultados de la anamnesis y la exploración física apoyaron el diagnóstico de ITU, mientras que los datos de laboratorio no lo hicieron. Todos los médicos juzgaron la probabilidad de una infección del tracto urinario (ITU) después de cada dato.
Resultados: Los dos grupos tuvieron estimaciones medias similares de la probabilidad de una ITU después de conocer la queja principal (67,4% vs 67,8%, p = 0,85). Al final del escenario, el grupo H&P-primero juzgó que la ITU era menos probable que el grupo H&P-último (50,9% vs 59,1%, p = 0,03) a pesar de tener idéntica información. La comparación de los cocientes de probabilidad medios atribuidos a la información clínica mostró que el grupo H&P-primero dio menos importancia a la historia clínica y al examen físico que el grupo H&P-último (p = 0,04).
Conclusiones: El orden en que se presentó la información clínica influyó en las estimaciones de los médicos sobre la probabilidad de enfermedad. Los médicos que recibieron esta información en último lugar dieron más importancia a la historia clínica y a la exploración física.