Entrada OMIM – # 122860 – DISPLASIA CRANIODIFISEA, DOMINANTE AUTOSÓMICA; CDD

TEXTO

Se utiliza un signo de número (#) con esta entrada debido a la evidencia de que la displasia craneodiafisaria (CDD) autosómica dominante está causada por una mutación heterocigótica en el gen SOST (605740) en el cromosoma 17q21.

La esclerosteosis (SOST1; 269500) y la enfermedad de van Buchem (VBCH; 239100), son trastornos alélicos que son menos graves y muestran una herencia autosómica recesiva.

Descripción

La displasia craniodiafisaria es una displasia ósea grave caracterizada por hiperostosis masiva generalizada y esclerosis, que afecta especialmente a los huesos del cráneo y de la cara. La invasión ósea progresiva de los agujeros craneales conduce a un grave deterioro neurológico en la infancia (resumen de Brueton y Winter, 1990). La esclerosis es tan grave que la distorsión facial resultante se denomina «leontiasis ossea» (facies leonina), y el depósito óseo provoca una estenosis progresiva de los forámenes craneofaciales (resumen de Kim et al., 2011).

Características clínicas

Schaefer et al. (1986) describieron a una madre y a su hijo varón afectados por una displasia craneotubular caracterizada por hiperostosis y esclerosis craneofacial grave con obliteración de los senos paranasales y los forámenes de la base del cráneo. Se produjo una severa pérdida de audición bilateral y una diplejía facial con relativa preservación de los nervios ópticos. Los huesos largos mostraban una hiperostosis asimétrica extrema y esclerosis de las diáfisis y evidencia de un defecto de modelado en las metáfisis. La columna vertebral, las costillas, las clavículas y la pelvis mostraban un cierto grado de esclerosis y modelado defectuoso, pero estaban menos gravemente afectadas. Las características que distinguen el trastorno en estos pacientes de la displasia craneodiafisaria previamente definida (218300) eran un mayor grado de hiperostosis y esclerosis, la aparente transmisión dominante y la afectación metafisaria.

Bieganski et al. (2007) informaron de un niño con displasia craneodiafisaria grave y su madre aparentemente no afectada. El niño tenía una extensa osteoesclerosis presente al nacer y el diagnóstico de DCC se hizo a las 4 semanas de edad. Sus cambios faciales progresaron con la edad, con una marcada hiperplasia ósea facial. Desarrolló diplejía facial, pérdida de audición conductiva bilateral y atrofia del nervio óptico. A los 7 años, desarrolló un genu valgum progresivo y pequeñas radiotranslucencias similares a quistes en las epífisis femorales distales, como las que se observan en el hiperparatiroidismo. Los estudios metabólicos revelaron una elevación de la PTH hasta 306,1 pg/ml (normal, 15-65 pg/ml) y la fosfatasa alcalina sérica era de 1491 UI/L (normal, menos de 455 UI/L). El calcio total era normal y el fosfato sérico estaba ligeramente disminuido. Una gammagrafía de cuello y tórax mostró un foco de aumento de la captación del trazador correspondiente a un adenoma paratiroideo. Bieganski et al. (2007) observaron cierta similitud en la apariencia facial entre la madre y el hijo. Las radiografías de la madre revelaron huesos engrosados y escleróticos en el calvario y la base del cráneo. Los huesos de las piernas y las manos eran normales. Los estudios bioquímicos revelaron un aumento de la fosfatasa alcalina y un nivel normal de calcio, fósforo y hormona paratiroidea en suero. Bieganski et al. (2007) sugirieron que la madre tenía mosaicismo somático y gonadal, lo que explicaba su curso subclínico y su hijo gravemente afectado. El hiperparatiroidismo no se había descrito previamente en la DCC. La hormona paratiroidea era normal en el paciente informado por Schaefer et al. (1986) y elevada en un niño de 5 años informado por Brueton y Winter (1990).

Hennekam et al. (2010) sugirieron que el paciente descrito por Lelek (1961) como ejemplo de la enfermedad de Camurati-Engelmann podría haber tenido displasia craneodiafisaria.

Kim et al. (2011) informaron de una niña coreana con CDD grave. A la edad de 3 meses, tenía dificultad para respirar por las fosas nasales, lo que requirió la corrección quirúrgica de una presunta atresia coanal. El examen físico a la edad de 3 años mostró macrocefalia, hipertelorismo, un puente nasal ancho y plano con nariz en silla de montar, y mandíbulas prominentes. El examen oftalmológico mostró un papiledema secundario a un aumento de la presión intracraneal. La tomografía computarizada de la cabeza mostró una profunda osteoesclerosis e hiperostosis de los huesos faciales, lo que provocó la obliteración de los senos paranasales, las cavidades del oído medio, los canales acústicos internos y los canales del nervio óptico. Los estudios histológicos de los huesos palatinos mostraron esclerosis cortical con líneas de cemento. Había una leve submodelación de las metadiófisis de los huesos largos y un engrosamiento de las costillas. Los estudios de laboratorio mostraron un aumento de la hormona paratiroidea y de la fosfatasa alcalina. El trastorno era progresivo y provocaba un deterioro de la audición y la visión, así como dolores de cabeza crónicos. La paciente falleció a la edad de 8,5 años tras una intervención quirúrgica para reducir la presión intracraneal.

Genética molecular

En una niña coreana con CDD autosómica dominante, Kim et al. (2011) identificaron una mutación heterocigota de novo en el gen SOST (V21M; 605740.0005). El análisis genético del paciente reportado por Bieganski et al. (2007) identificó una segunda mutación SOST heterocigota que afectaba al mismo residuo (V21L; 605740.0006). El ADN de la madre posiblemente afectada del segundo paciente no estaba disponible. Ambas mutaciones afectaban al péptido señal de secreción de la proteína, y los estudios de expresión funcional in vitro mostraron que las mutaciones daban lugar a una disminución significativa de la secreción de SOST, aunque las proteínas se producían en las células. Kim et al. (2011) señalaron las diferencias fenotípicas con respecto a otros trastornos debidos a mutaciones de SOST, que son menos graves y se transmiten con un patrón autosómico recesivo, y postularon un mecanismo dominante-negativo en CDD.

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